Entrevista: Arlette de la Serna

Cuéntanos, para los lectores de LACE ¿quién es Laura Gemma Flores?

Soy una mujer feliz, realizada, satisfecha con lo que he logrado hasta ahora. Soy mi mejor opción, mi ejemplo a seguir, mi reto a superar, mi peor falta a corregir. Soy aquella que día a día se está reinventando y deseando alcanzar la meta final de cada día. Lo maravilloso es que al llegar el fin del día siempre descubro algo que pude haber hecho mejor; por eso mi reto del día siguiente es superarlo. Soy el eje de mi vida, por eso no puedo desviar el camino; asimismo soy la playa que me aguarda para desembarcar al final del trayecto, y ésta es la razón por la que no puedo girar el timón, desviarme o detenerme debido a que no puedo traicionarme a mí misma.

¿Cuál es tu especialidad?

Me considero una intelectual por mi formación, pero como persona soy una jefa de tropa de los boy scouts: soy una líder. Líder en la enseñanza, en el aprendizaje, en experimentar con paciencia, en aguardar el momento, en insistir más de tres veces aun cuando me digan que no. Hay algo en lo que soy buena: en diseñar proyectos. Los concibo, los pongo a andar, los monitoreo y los concluyo. Estoy acostumbrada a cerrar ciclos, no me gusta dejar nada abierto o empezado, aunque me tarde un poco…porque soy muy testaruda. Hasta que alcanzo lo que quiero ceso de luchar. Estudié historia, pero escribo sobre arte, cine, siglos XVII y XVIII en México, haciendas y religión. No creo tener una especialidad. Tengo títulos universitarios, pero los especialistas son de dos tipos: los genios de la historia y los que persuasiva y prioritariamente se enfocan solo en un tema; yo soy muy dispersa e inquieta, me aburre quedarme en el mismo sitio. No pertenezco a la línea de historia dura y pura; me burlo de los que combaten entre sí porque poseen como un tesoro un papelito antiguo que encontraron en tal o cual archivo. Después se mueren y nadie se acuerda de ese papelito o sus herederos lo tiran a la basura porque lo antiguo tiene una connotación de viejo para los que no gustan de la historia. No pugno por la “verdad” absoluta del “dato” y el “documento” o el “testimonio”; definitivamente no soy una historiadora positivista, soy una perversa de la “veracidad”, me rio de ella…la verdad no existe, sino las subjetividades.

¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba este camino?

Cuando era chiquita y apenas comenzaba a caminar mis hermanas solían conversar por las tardes sentadas en el jardín de la casa. Una de ellas me platicó que cuando las veía a todas juntas, tomaba un montón de revistas o de cuentos y les repartía uno a cada una para que se pusieran a leer. Cuando tenía como 12 años tomaba unos grandes tomos de la Enciclopedia Hispanoamericana y de la Historia Universal de José Pijoan que había en mi casa y encontraba un placer especial en pasar sus hojas una a una. Recuerdo que apenas podía cargar esos pesados y enormes libros. Me gustaba el olor a papel y pasaba largas horas repasando sus letras con la yema de los dedos, pues gustaba de sentir el abultamiento de la tinta perfectamente delineada sobre las blanquísimas hojas. Buscaba definiciones de palabras conocidas o desconocidas y pasaba largas horas contemplando los grabados, planos, mapas y dibujos en blanco y negro o a color que ilustraban los términos. Un día encontré unos apuntes de mi papá sobre las musas griegas, era una letra manuscrita hermosa que para mí fue una revelación. Entonces abría más tomos para ver si encontraba algo más de él. Creo que ahí fue cuando conecté y descubrí que me gustaba la historia y todo lo que tuviera que ver con el conocimiento enciclopédico. 

¿Cómo logra Laura Gemma sobresalir en un ambiente gobernado en su mayoría por hombres?

Los hombres nunca fueron un obstáculo para mí. Creo que me valía de ellos…jeje. Estaba rodeada de primos, y aunque me asustaba cómo trataban a los gatos o a los perros siempre me puse a su altura y no me dejaba amedrentar. Saltaba como ellos, superaba los mismos obstáculos porque me aburrían los juegos de mis primas. Pero eso sí, siempre procuraba secarme el sudor y estar peinada, no iba a andar ahí mugrosa como ellos oliendo a rayos. Les obligaba a lavarse las manos antes de ir a merendar. Cuando comencé a crecer en la secundaria también me “iba de pinta” con ellos para ir a ver “Vaselina” o a tirarnos sobre el césped de una granja cercana a la secundaria a comer fresas y encontrarles formas a las nubes…todo lo hacía a diferencia de las otras chicas para que no me dijeran niña llorona, aunque también porque me gustaba la aventura y desafiar a los maestros. Desde niña fui competitiva con los hombres. Creo que siempre les quería ganar aunque no siempre me dejaban. Eso no me hacía llorar, nunca vi al hombre como un rival sino como un ejemplo a igualar y a superar. Hasta ahora que soy adulta, a veces me doy cuenta que me quieren hacer menos y no los dejo. El inconveniente aquí es que sí soy un poco perrucha: grito si me gritan y los pongo en su lugar. Confieso que a veces sí me ven la cara y cuando reacciono ya me bajaron información o me ganaron una idea, entonces voy y se los digo y les hablo fuerte para que sepan que no están frente a una tonta. Además les exijo indemnización y siempre terminan dándome algo a cambio. No obstante he tenido que bajarle un poco a mi carácter para poder convivir “en santa paz” con todos: hombres y mujeres.

¿Te consideras una mujer errante?

Si. A los 14 años comencé conociendo la ciudad de México y gran parte de sus museos. Después viajé a conocer muchos sitios de mi país (la Riviera Maya, Tamaulipas, SLP, pueblitos del Estado de México porque andaba buscando la ruta de los misioneros franciscanos y agustinos; Toluca; pueblos de Michoacán; el puerto de Veracruz; las zonas arqueológicas de Tabasco…y lo que rodeaba al Bajío ya lo conocía desde pequeña porque mis tías paternas viajaban mucho y nos invitaban a mí y a mis hermanas a viajar y a conocer lugares. Recuerdo que comíamos de todo y probábamos de todo, entrabamos a los templos, a casas que estaban abiertas, platicábamos con los oriundos del lugar, eso era viajar. Desde entonces conocí municipios de Guanajuato, la ciudad de Morelia, Querétaro capital y Guadalajara. Cuanto cumplí 18 años salí de la casa familiar. No pude ir a Europa de jovencita por falta de dinero, pero cuando salí del país por primera vez (a Montreal, Canadá) supe que ya nadie me detendría. Entonces viajé a Europa y regresé durante seis años consecutivos conociendo de Italia: Venecia, Verona, Bari, Florencia, Roma, Milán, Sorrento, Pompeya, Bríndisi; de España: Madrid, Sevilla, Córdoba, Burgos, Lugo, La Coruña, Valencia, Barcelona, Salamanca, Toledo, Ávila, Alicante, Ciudad Real, Valladolid, Zaragoza, Navarra, León, Granada; de Francia: Paris, los castillos del Valle de Loire, Lyon, Nimes, Rennes, Orleans y Mont Saint Michel; de Austria: Viena y Salzburgo; el reino de Luxemburgo; de Bélgica: Bruselas, Charleroi, Nivelles, Ostende, Brujas, Gante, Amberes, Leige, Mons, Namur, Leuven y Lovaine la Neuve donde viví; pueblitos de Alemania; Lisboa, Portugal; de la República Checa, Praga; Londres; Atenas, Grecia; Amsterdam de los Países Bajos. Habiendo conocido Europa occidental me sentí con la necesidad de conocer Latinoamérica. Fui a Chile, Buenos Aires, Paraguay, Colombia (Cartagena) y Antigua, Guatemala – Perú no conozco-. Después me fui a estudiar a Bélgica, fui profesora en Valencia, España e hice investigación de campo en Cuba analizando la religión yoruba y recorriendo esa maravillosa nación: La Habana, Santiago de Cuba, Pinar del Río, Camaguey, Santa Clara, Matanzas y Trinidad. Siempre estoy deseando irme porque es una necesidad imperiosa para mí. Estos últimos años descubrí apenas Estados Unidos. Fui dos años seguidos a Nueva York y he estado ya tres años seguidos también en Texas (San Antonio, Houston, Austin, Isla del Padre y Galveston).

Para ti, ¿qué es el éxito? ¿consideras que ya lo alcanzaste?

Si. El éxito no es una meta, es un estado de vida. Si amas lo que haces, si duermes satisfecha, si antes de acostarte conservas un propósito que te mantiene en pie para levantarte al día siguiente…..si tienes impulso de vida ERES EXITOSA.

¿Es el dinero esencial para lograr el éxito?

Al contrario. Sólo si eres exitosa puedes obtener dinero. Y eres exitosa en la medida que haces lo que te apasiona, con disciplina, inteligencia y tesón, sin desfallecer. Mi consejo para mis alumnos siempre son dos: visualízate de aquí a 5, 10 y 15 años. ¿Cómo quieres estar? ¿Qué quieres tener? ¿En dónde estás sentado? ¿Rodeado de libros? ¿De personas? ¿De máquinas? ¿Cómo es tu oficina? ¿Oscura? ¿Con un gran ventanal? ¿Andas caminando en la montaña buscando aves exóticas, en la elegante avenida de Wall Street o paseando con elefantes en Tailandia? Entonces planea cómo vas a hacer para llegar hasta allá y lo que debes hacer para conseguirlo. Traza una meta y no te desvíes. Si hay algo que te estorba para alcanzar esa meta deséchalo. El otro consejo es: solo has lo que te apasiona y lo demás (éxito, bienes materiales, felicidad) vendrán por añadidura. No niego que hay personas que les ha caído el dinero del cielo, de una herencia, de un matrimonio, de un golpe de suerte. Esos son bienes materiales. Que sepan hacerlo rendir es muy distinto y que sepan sacarle provecho para alcanzar la realización personal es otra cosa.

¿Qué apasiona más a Laura Gemma?

TODO. Amo la música, el arte moderno, el cine, la pintura, los grabados, el arte barroco, los libros, los viajes, los paisajes, las iglesias, los amaneceres y los atardeceres en la playa, las carreteras, los aeropuertos, las estaciones de tren en Europa, la textura del terciopelo, la lluvia dentro de una cabaña de Zirahuén Michoacán, una taza humeante de café, Piazzola, una conversación, una buena comida, los hombres que son mi inspiración. Me apasiona escuchar a los políticos, a los músicos, a los cantantes de ópera, a los curas dictando un sermón, me gusta ver bailar a los cubanos, me gusta la imagen de una madre mirando a su hijo encaprichado, los jardines de las Tullerías en Versalles, los muebles antiguos, los gatos, los jarrones chinos, los tapices orientales…la vida en sí me apasiona y me vuelve un poco loca.

¿En qué te inspiras para escribir?

Me concentro con música clásica (básicamente Bach y Schubert) porque cualquier otra me distrae ya que me gusta de todo. Leo mucho antes de forjar un plan para escribir. Analizo diferentes opiniones acerca de lo que voy a hacer y luego tomo todos mis apuntes y los vuelvo a revisar. Siempre pienso en el lector ideal. ¿Quién o quienes me van a leer? y pienso bien qué es lo que le quiero decir y para qué. El proceso de leer es como levantar una casa, como escuchar el acorde donde vas a entrar cantando, es como revisar la paleta de colores para ver cuál es el color que vas a colocar primero en el lienzo. El proceso de escribir es un doble juego de dolor y de amor. Te duele desprenderte de lo que no vas a poder decir y te vas enamorando de lo que escribes. Te tienes que leer muchas veces, cada mañana debes re leerte y si no te gustas debes borrar, aunque te duela. Lo más estupendo es que cuando publicas una obra ya no te reconoces. Es como si leyeras a otra persona, porque te convertiste en otro al desdoblarte en esa escritura. Es como una oruga que muere para dar paso a la mariposa.

¿Crees que la tecnología afecta la lectura de un buen libro?

No. Todo lo contrario. La tecnología nos permite ahora acceder más fácilmente a la lectura. Podemos encontrar audiolibros, resúmenes, síntesis, videos, y eso provoca nuestro interés por adquirir el libro completo u optar por otra cosa. La tecnología agiliza la circulación de la información y facilita el acceso a todos aquellos que nunca han leído un Tolstoi, un Dostoievski, un Flaubert o el Arte de la Guerra de Sun Tzu. Además, gracias a la tecnología podemos hacer visitas virtuales a bibliotecas, a galerías, a museos y universidades.

¿Cuál ha sido el mayor obstáculo en tu vida?

Mis miedos. Mis temores de abandonar mi zona de confort. Mi pereza, mi postergamiento de las cosas. Levantarme y hacerlo ha sido mi lucha diaria.

¿Qué le dirías a Laura Gemma cuando iba a entrar a la universidad?

Hoy se abre un mundo nuevo para ti. Es como rasgar la compuerta de una presa donde todo el cauce del agua es un orbe infinito de nuevas y atractivas promesas por venir. Debes ser como esos pescadores hábiles y resueltos para que no dejes pasar ningún pez…debes impedir que se te escapen de las manos. Tienes que poner todos tus sentidos, tu fuerza, tu inteligencia y tu voluntad para no dejar escapar ninguna de las oportunidades que llega a tus manos y debes hacerla florecer, regarla cada día y esforzarte mucho para que adquiera calidad y firmeza. Pero no por ello debes sufrir, al contrario, debes gozar y ser feliz con cada experiencia buena o mala que llegue a tu vida. Todo te irá fortaleciendo e irá forjando tu carácter como un gran triunfador por el solo hecho de hacerlo.

¿Qué le dirías a un niño o un joven que tiene interés en ser un artista en estos tiempos?

Que lo asuma, que lo tome en serio, que se lo crea. Que se prepare. Que entreviste a otros artistas para que observe su forma de vida y que decida si eso es lo que quiere para él. Que haga cuentas para ver si soportará al principio una vida de privaciones, aunque después vengan los frutos en cascada. Que lea las “Cartas a Theo” de Van Gogh; “De la espiritualidad en el arte” de Kandisnski; las Vidas de los artistas de Vasari y que lea un poco a Theodore Adorno. Recomiendo leer vidas de santos, de héroes o de hombres que pasaron a la historia para que se inspiren.

¿Tú piensas que el arte debería de ser para todos?

Si. Hay tres cosas que salvan al hombre de sí mismo y le dan la felicidad: el amor, la religión y el arte. Todos recibimos o generamos amor: el amor de nuestros padres, de nuestros hijos, de nuestras parejas o amigos. Todos profesamos una religión, a veces somos muy entregados, otras quizás no tanto pero creemos en una fuerza superior. Sin embargo, no todos tenemos acceso al arte porque nos hicieron creer que no es para todos. No obstante, todas las manifestaciones del arte: la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura, la poesía, la música, modifican y subliman nuestro espíritu. Nos sensibilizan, nos hacen partícipes del sufrimiento o de la felicidad del otro. Por eso debemos practicar, consumir, difundir o adquirir arte, cualquiera que sea: escuchar música clásica o folklore latinoamericano; observar danza contemporánea, ballet clásico o bailes de nuestros ancestros; comprar un cuadro o visitar un museo; tomar fotografías de grandes monumentos de la culturas occidental u oriental; coleccionar postales; leer poesía hindú, inglesa o mexicana, por decir alguna. Cualquier contacto que tengamos con el arte nos hace diferentes y nos permite ocupar un lugar en el universo.  

¿Se te ha quedado algún proyecto en el tintero?

Si. Muchos. Todavía tengo muchos proyectos.

Laura Gemma, ¿qué puede hacer la comunidad de LACE por ti?

Esta pregunta es la más difícil. Creo que seguiremos dialogando y siempre surgirán cosas que yo pueda hacer por LACE y LACE por mí. Gracias por su confianza.